Las universidades en la actualidad están requiriendo de un docente
universitario con calidad y competencias, de manera que puedan influenciar en
la vida de sus educandos, lo que repercutirá de manera significativa en el
logro delos objetivos esperados y en la calidad de los procesos
LA COMPETENCIA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO.
Un docente de cualquier nivel y más si lo es de una casa de estudios
superiores necesita preparación asidua, no se concibe en el ámbito educativo a
una persona que no innove, que este al margen del conocimiento, que se contente
con el grado que hizo y se crea que ya domina todo, en un mundo donde la
información es constante y el conocimiento avanza a pasos agigantados, precisa
de un profesional con latas competencias para enfrentar los desafíos que nos
traen los nuevos tiempos.
Las características de un profesor eficaz, sus rasgos de personalidad y la
metodología que utiliza para impactar el aprendizaje de los alumnos definirán
las competencias que tiene este profesional de la educación.
La preparación y
capacitación debe ser el norte de los maestros conscientes saben que tienen que
prepararse continuamente para que su labor no sea obsoleta, es por esto que en
la crítica o emisión de un juicio esto son autónomos y capaces de tomar las decisiones
más acertada.
La
universidad, lugar donde el profesor universitario desarrolla su trabajo, está
en uno de los mayores momentos de transformación de su historia; algunos de
estos procesos han sido provocados directamente por los cambios sociales que se
están sucediendo, otros por la tendencia al “rendimiento de cuentas” que se
está instaurando en las instituciones.
Estos
profundos cambios por la calidad y la internacionalización que está viviendo la
universidad, conllevan alteraciones en las funciones, roles y tareas asignadas
al profesor, exigiéndole a este el desarrollo de nuevas competencias para
desarrollar adecuadamente sus funciones profesionales.
Todo ello ha
generado nuevas necesidades formativas, provocando esto el desarrollo de planes
formativos pedagógicos específicos para este colectivo; siendo imprescindible
definir el nuevo perfil competencial que debe atesorar el profesor
universitario para desarrollar adecuadamente sus nuevas funciones, en los
diferentes escenarios de actuación profesional.
En los escenarios de actuación
profesional donde el profesor universitario desarrolla su actividad se suceden
los cambios de forma imparable y, concretamente, en la institución
universitaria han sido propiciados, entre otros motivos, por la convergencia hacia
un de investigación y de reflexión-acción, conllevando esto a lo que propone (a
partir de Tejada, 2005 y 2007):
Un cambio de paradigma educativo
(pasándose de centrar la atención en la enseñanza y en el profesor a centrarse,
ahora, en el aprendizaje y el alumno);
Unos cambios estructurales
(grados, nuevo diseño curricular modular e
interdepartamental, etc.);
Y unos cambios sustantivos
(relacionados con los dos apartados anteriores, como por ejemplo: revisión de
los objetivos de aprendizaje en términos de competencias,
revisión de los conocimientos de cada título, cambio
de la concepción docente y de
culturas profesionales arraigadas, revisión de las
metodologías utilizadas, nuevos
modelos de evaluación, etc.).
En todo proceso de innovación, cambio, reforma...
educativa, el profesorado es uno
de los elementos nucleares a considerar, no pudiendo
desarrollar una concepción de la
educación superior centrada en el logro de las
competencias, en el aprendizaje del alumno,
en la innovación como medio para alcanzar la calidad y
la excelencia... sin incidir de manera clara en el profesorado y en sus
competencias. Así, todas estas modificaciones del panorama universitario
generan, a su vez, la necesidad de delimitar las competencias que precisa el profesor
universitario para desarrollar adecuadamente las funciones, roles, etc.
derivados de este nuevo escenario de actuación profesional; planteándose como
tarea ineludible revisar la formación necesaria (inicial y continua) que debe
acreditar el profesor universitario en este nuevo contexto que se está
configurando, todo ello a partir del perfil competencial de este profesional.
Siguiendo la línea argumental del informe “Programa de
mejora e innovación de la
docencia” (ICE-Universidad de Zaragoza, 2004), en este
nuevo planteamiento en el que se considera al docente universitario un mediador
entre el conocimiento y el alumno, un
facilitador del aprendizaje, un tutor, un organizador,
un orientador y supervisor del trabajo y del aprendizaje discente, etc. no
bastará con poseer las competencias comunicativas,
pedagógicas y curriculares específicas que atesora el
profesorado actual, se deberá incidir y adecuar la formación para que este
colectivo adquiera unas más amplias competencias
profesionales pedagógicas básicas.
La parte humana es un
factor preponderante de la competencia docente, pues esa relación cercana del
maestro con los estudiantes, los estudiantes son más propicios a valorar esta
relación no solo en el ambiente áulico sino que es una relación que se proyecta
en todo el accionar de la vida misma.
un buen profesor no
sólo requiere el dominio sobre los contenidos de la materia, sino que también
debe adquirir conocimientos sobre cómo despertar en sus alumnos el interés por
la asignatura, cómo aprenden, es decir, requiere desarrollar ciertas
habilidades pedagógicas, una capacidad perceptiva y de atención sistemática
sobre los avances de sus alumnos para averiguar si están aprendiendo o no y por
qué, y qué es lo que les ayuda a aprender. *.
Es
decir, poseer las competencias necesarias para ser lo que de él se requiere.
Pero ¿qué es una competencia? En este ensayo consideramos necesario dar unas
pinceladas acerca de lo que significa el término en la mencionada competencia
profesional:
El constructo competencia es un término
polisémico, ambiguo, con diversidad de
acepciones (según el referente cultural, según
el ámbito donde sea utilizado...) y complejo por los componentes que la
integran. Consideramos que las competencias son mucho más que una simple
acumulación de contenidos (saber), están también constituidas por habilidades
(saber hacer), actitudes y valores (saber ser y estar), adquiriéndose y/o
desarrollándose mediante simulaciones formativas, mediante la propia
experiencia sociolaboral... Consideramos que el término competencia profesional
se centra en la posibilidad de activar en un contexto laboral específico, los
saberes que pueda poseer un individuo para resolver óptimamente situaciones
propias de su rol, función o perfil laboral. Echeverría (2002)
as universidades están inmersas en profundos e
imparables procesos de cambio,
generándose nuevas demandas sobre estas
instituciones y, evidentemente, sobre el
profesorado universitario. Como afirma Tomàs
(2001: 7)
“volver a pensar la Universidad significa
reconceptualizar el papel del profesorado, de los estudiantes, de la
enseñanza-aprendizaje, de la investigación, del gobierno y la gestión”,
significando este replanteamiento en la función docente “dejar el papel de
reproductor de conocimiento e ir hacia un orientador de aprendizajes...” ya
que, también, se reorienta el aprendizaje de los estudiantes que “debe permitir
adquirir conocimientos pero especialmente saberlos buscar, procesar y aplicar”.
Una segunda función a considerar del profesor
universitario es la investigadora, donde también los cambios se van sucediendo:
fomento de la investigación competitiva, creación de equipos
multidisciplinares, integrados a su vez, por miembros de diferentes
Universidades, Estados, etc.
Nos
indica que para desempeñar eficientemente una profesión “es necesario saber los
conocimientos requeridos por la misma” (dominio de la asignatura) y, a su vez,
“un ejercicio eficaz de estos necesita un saber hacer” (componente
metodológico), siendo cada vez más imprescindible e importante en este contexto
laboral en constante evolución “saber ser” (componente personal) y “saber
estar” (componente participativo). El mismo autor afirma que la competencia de
acción profesional “implica, más que capacidades y conocimientos, la
posibilidad de movilizar los saberes que se aprenden como resultado de la
experiencia laboral y de la conceptualización y reconceptualización diaria que
la persona lleva a cabo en su trabajo, sumando y mezclando permanentemente
nuevas experiencias y aprendizajes” (citando a Le Boterf, 2001: 92), aumentando
“su capacidad para solucionar situaciones contingentes y problemas que surjan
durante el ejercicio del trabajo” (citando a Valverde,2001: 33-30).
Es por consiguiente
como el“Programa de mejora e innovación de la
docencia” (ICE-Universidad de Zaragoza, 2004), considera al docente
universitario un mediador entre el conocimiento y el alumno, un facilitador del
aprendizaje, un tutor, un organizador, un orientador y supervisor del trabajo y
del aprendizaje discente, etc. no bastará con poseer las competencias
comunicativas, pedagógicas y curriculares específicas que atesora el
profesorado actual, se deberá incidir y adecuar la formación para que este
colectivo adquiera unas más amplias competencias profesionales pedagógicas
básicas.
Dimensiones del docente universitario
García Ramos (1997: 384) hace una excelente síntesis de las dimensiones de
la competencia del profesor universitario extraídas de diversas
investigaciones:
Dominio de la asignatura (condición necesaria, aunque no suficiente para
una docencia de calidad).
2. Didáctico-técnica: programación-organización, evaluación y uso de
recursos didáctico-metodológicos que favorecen la claridad de la exposición y
desarrollo de la materia.
3. Comunicación con el alumno: aspecto relacionado con el anterior, pero
con el énfasis puesto en la consecución de una adecuada comunicación con el
alumno, a nivel grupal y a nivel individual- personal.
4. Personal-motivacional: factor sin duda relacionado con el anterior y que
influye enormemente en la claridad expositiva, es el componente personal de
entusiasmo y motivación que el profesor transmite al alumno en su docencia.
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